Mercedes amanece diferente este San Valentín. En docenas de hogares, alarmas suenan más temprano que de costumbre: son parejas jóvenes preparando sorpresas, esposos de años manteniendo viva la llama del romance, novios recientes planeando su primera celebración juntos.

Las cocinas de la ciudad guardan hoy los secretos más dulces. Él, que nunca cocina, intenta preparar el café exactamente como a ella le gusta. Ella, que aprendió la receta de medialunas favorita de su novio, espera que esta vez salgan perfectas. En otro hogar, después de 30 años juntos, preparan el desayuno a cuatro manos, porque algunas costumbres son demasiado especiales para cambiarlas.

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Los delivery locales son hoy cómplices de docenas de historias de amor. Llevan desayunos encargados con días de anticipación, cada uno con sus instrucciones especiales: “Entregar antes de las 7, que se va a trabajar”, “Tocar timbre dos veces, es la señal”, “La tarjeta tiene que ir arriba del regalo”. En Mercedes, donde las direcciones casi se dan por referencias y no por números, cada entrega tiene algo de encuentro cómplice.

Los floristas de siempre notarán el movimiento desde temprano. Los ramos, encargados entre susurros para mantener la sorpresa, esperan su momento. Algunos irán a casas donde el amor suma décadas, otros viajarán a oficinas donde nacen romances nuevos, varios acabarán en manos temblorosas preparadas para una primera declaración de amor.

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A medida que avance la mañana, las redes sociales locales se llenarán de historias compartidas: la foto del desayuno sorpresa, el ramo que llegó a la oficina, el mensaje de amor escrito con pétalos sobre la cama. En una ciudad donde todos se conocen, cada publicación viene con su historia, y los comentarios se llenan de corazones y buenos deseos de vecinos que han sido testigos de esos amores desde el principio.

Los restaurantes de Mercedes seguramente tienen hoy sus reservas completas. Parejas que llevan años eligiendo la misma mesa, novios que ahorran para su primera cena romántica, matrimonios que mantienen viva la tradición de celebrar cada San Valentín como si fuera el primero. La ciudad se viste de romance y las mesas se preparan para ser testigos de miradas cómplices y manos entrelazadas.

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Al caer la tarde, la Plaza San Martín recibirá a las parejas que mantienen vivo el ritual del paseo. Los bancos guardan historias de primeros besos, de propuestas de matrimonio, de encuentros que se convirtieron en amor para toda la vida. Hoy, esos mismos bancos verán nuevas historias sumarse a su memoria.

En esta ciudad del interior bonaerense, el amor no necesita grandes gestos. Se construye en la intimidad de los hogares, en las sorpresas preparadas con cuidado, en los detalles que solo son posibles cuando conocés profundamente a alguien. Cada 14 de febrero, Mercedes se convierte en escenario de cientos de historias de amor que, aunque diferentes, comparten ese sabor especial de los romances que florecen en los pueblos del interior.