CAMPEON CON TEMPLE
¡Argentina campeón!
El grito tan esperado se escuchó en Holanda. Como en el 79, en el 95, en el 97 y en el 2001. La Argentina es el mejor seleccionado Sub 20 del mundo, el más ganador de la categoría? pentacampeón. No hay discusión. O acaso alguien puede dudar del equipo que ganó merecidamente un campeonato que le puso rivales complicadísimos en el camino, que disfrutó del máximo goleador y del mejor jugador: Lionel Messi, un crack con serios argumentos. Y lo importante es que la Argentina lo hizo con valores que trascienden a una cancha: esfuerzo, concentración, respeto, solidaridad, imaginación y temperamento.
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Con el mismo carácter que había mostrado a lo largo del Mundial, el juvenil se hizo cargo de su sueño más preciado a partir de su gran sentido de intuición para resolver los partidos adversos. Este equipo ejemplar en entrega y dedicación se hizo fuerte a tiempo frente a Nigeria, como lo hizo desde el primer momento y en cada uno de los difíciles peldaños que subió hasta la gloria. Se despidió como siempre se lo vio, convencido, con esa estela de campeón que se reforzaba en cada choque.
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Hubo una ecuación futbolística que la Argentina resolvió como tantos otros partidos: Messi desenfundando, siendo el más rápido y certero en el país de los polders y las bicicletas, mientras el rival dominaba con ese ritmo cansino que tanto complica. Pero este Sub 20 no gasta más de la cuenta, agrupó bien sus líneas y apostó a las salidas rápidas para el talento de Messi y el sacrificio de Gustavo Oberman.
Nigeria impresionó por su exuberancia física, por su dominio del balón, por su N° 9 Obi Mikel, un pivote con mucho manejo y precisión. Claro que también pecó de inocente cada vez que pisó el área. Con una fórmula que ya le había dado réditos en otros cotejos -la habilitación para la corrida de frente de Messi-, la Argentina se puso en ventaja a los 39 minutos de penal (clara infracción de Adeleye), a través de una ejecución maradoniana del chico de Rosario para definir despacio al otro lado del arquero.
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La ventaja le hacía honor a la tremenda capacidad de gol de este seleccionado en su búsqueda del contraataque. Elabora en el medio de la adversidad y ejecuta, y ese poder de resolución lo hace también un gran equipo. Frustró a una Nigeria que tuvo más tiempo la pelota y que por algo fue una de las mejores selecciones de este campeonato. Tuvo la iniciativa durante varios pasajes. Por eso a nadie tomó por sorpresa el gol de cabeza de Ogbuke.
Con menos posesión, el Sub 20 era mucho más filoso, ya sea mediante la electrizante movilidad de Messi o por la llegada desde atrás de Pablo Zabaleta, otro estandarte de esta conquista. Messi terminó de ganarse un lugar preponderante en la fotografía del título con su desfachatez para despejar caminos ofensivos, para hacerlo con la pelota atada y para tener siempre a mano el mejor pase. Como la asistencia para que Sergio Agüero se acomodara para el desborde y recibir la embestida de James.
El 2-1 con otra metódica definición de Messi de penal instaló ese clima de cosquilleo anticipado por la consagración inminente. La angustia siempre estuvo en el banco argentino, que por ese entonces aplaudía más cada intervención del Chaco Torres que los intentos aislados de Agüero. Con un árbitro sumamente nervioso, el partido se fue metiendo en un terreno favorable para la Argentina.
El juvenil siguió en lo suyo. Trabajó el resto del partido como una final. Por eso cuidó el resultado, achicó en su campo y redujo al mínimo el margen de error. La Argentina es campeón. Pentacampeón. Pocos recordarán que el árbitro no haya sancionado un penal de Barroso a Ogbuke. El seleccionado, con personalidad y sacrificio, cumplió el objetivo que se había propuesto. Para otro momento quedarán los lujos. Salud, campeones.
Por Martín Castilla
Enviado especial
Las claves del título
Messi, el as de espadas
Con el jugador de Barcelona todo fue más sencillo y posible. No empezó el Mundial de titular, pero ni bien entró fue fundamental. Mejor jugador y goleador. Imparable.
Se sostuvo en la defensa
Cuando no dominó y le costó tener la pelota, la Argentina se sostuvo en un sólido trabajo defensivo, con Cabral como líder. El equipo sólo recibió cinco goles en siete partidos.
Carácter de campeón
Siempre mostró espíritu de lucha y capacidad de reacción. Nunca se entregó. Con ese temperamento le ganó a Colombia y Brasil en los instantes finales de los cotejos.
Bajó a los candidatos
Pocos creían en la Argentina cuando en el debut cayó ante los Estados Unidos. Luego sorprendió al eliminar a otros candidatos al título, como España, Brasil, Colombia y Nigeria.
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