Pablo Chiapuzzo y el arte de degustar un buen vino
Tradicionalmente un Sommelier siempre ha sido un experto en el maridaje. Es la persona que sabe que vino le va a ir mejor a una comida u a otra. Los restaurantes, hoteles, bares y estancias turísticas más prestigiosas suelen incorporar una de estas personas para aconsejar adecuadamente a sus clientes y que estos salgan mucho más contentos del restaurante. Pero aparte de recomendar, también se encarga de la importante labor de administrar la bodega del restaurante u hotel, del abastecimiento de la misma, del control de los vinos y de su correcta conservación, entre otras tareas.
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A parte de esta función tan importante y de la que originariamente procede el Sommelier, en la actualidad el Sommelier profesional incorpora muchos más conocimientos, que hacen que puedan desarrollar muchas más funciones que las anteriormente nombradas.
“Tomamos vino, si, claro que sí. La especie humana bebe vino. Como hace miles de años, desde sus remotos orígenes. Como los fenicios, los persas, los egipcios, como más tarde los griegos y los romanos. Miles y miles de años, y ese rito ancestral, casi mágico sigue intacto”, cuenta Pablo con entusiasmo.
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“El vino nace de una planta sencilla, la vitis vinisfera, pero se vuelve complejo, enigmático, poderoso y maravilloso. El vino relaja, modifica, transmuta, tranquiliza, transforma, fusiona, agrupa, congrega, reúne y llama. Y nosotros, sus humildes súbditos, sus eternos feligreses, sus incansables peregrinos, sus etílicos apóstoles, acudimos a su llamado”, agrega.
“Porque no es un simple llamado de la vid. Es el llamado de los Dioses”, concluye.
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