LA NOCHE DE LOS OSCAR FUE PARA “EL SEÑOR DE LOS ANILLOS”
De esta manera, se cumplieron los pronósticos, al haber acumulado once estatuillas. Sean Penn se alzó con el galardón al mejor actor, por el papel interpretado en “Río Místico”. Charlize Theron logró el premio femenino por su actuación en “Monster”
La película del neocelandés Peter Jackson, quien obtuvo el Oscar a la mejor dirección, se quedó así con los premios para la totalidad de sus nominaciones y alcanzó a “Ben-Hur” (1959) y a “Titanic” (1997) en el récord de premios que la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood otorgó a un mismo filme en una misma ceremonia.
Además de los premios principales (película, director y guión adaptado), la tercera parte de esta aventura épica situada en un tiempo remoto y una tierra fantástica se quedó con los Oscar a la mejor edición, música original, canción original, dirección de arte, efectos visuales, vestuario, sonido y maquillaje.
No hubo sorpresas en los demás rubros principales, ya que en todos ellos ganaron los favoritos: Sean Penn se quedó con el Oscar al mejor actor por su papel en “Río Místico”, Charlize Theron obtuvo el de mejor actriz por su trabajo en “Monster”, Tim Robbins ganó el de mejor actor secundario por “Río Místico” y Renée Zellweger recibió el de mejor actriz de reparto por “Regreso a Cold Mountain”.
Por su parte, la película “Perdidos en Tokio”, de Sofía Coppola, de la cual se esperaba que fuera la sorpresa de la noche, obtuvo sólo el Oscar al mejor guión original, mientras que “Capitán de mar y guerra”, del australiano Peter Weir, obtuvo los Oscar a la mejor dirección de fotografía y a la mejor edición de sonido.
El Oscar a la mejor película de idioma no inglés fue para el filme canadiense “Las invasiones bárbaras”, de Denys Arcand, el premio a la mejor película de animación recayó en “Buscando a Nemo”, que también obtuvo, y la estatuilla al mejor documental correspondió a “The Fog of War”, de Erroll Morris y Michael Williams.
Expeditiva y controlada como en muy pocas ocasiones anteriores, la ceremonia de entrega de los Oscar comenzó a las 22.25 (hora argentina), y si bien mantuvo su característico glamour y la presencia de figuras estelares, no tuvo demasiado brillo y contó con muy pocas emociones.
Salvo por el humor que despertó un filme paródico en el que el presentador Billy Crystal interpretaba algunos de los personajes de las películas nominados al Oscar o por la nostalgia provocada por el homenaje a actores fallecidos como Bob Hope, Katherine Hepburn y Gregory Peck, esta nueva entrega de los Oscar estuvo signada por la seriedad.
En la transmisión no hubo ningún tipo de mención a la realidad política que afecta al mundo y tampoco hubo necesidad de “beeps” u otros artificios para censurar comentarios adversos a ciertos intereses del gobierno estadounidense: más allá de algún chiste sobre el pago de impuetos, todo el mundo agradeció a sus familias, amigos y compañías productoras.
Con los discursos controlados por una diferencia de cinco segundos en la transmisión televisiva -que este año estuvo a cargo de la señal de cable TNT-, la ceremonia se llevó a cabo en el Teatro Kodak de Los Angeles y, en algunos intervalos, contó con shows en vivo de los artistas cuyos temas estaban nominados al Oscar a la mejor canción original.
Uno de los únicos momentos divertidos de la noche fue la entrega del Oscar honorífico a Blake Edwards -autor de “La Pantera Rosa”, “Víctor Victoria” y otras comedias-, cuando atravesó el escenario a la velocidad del rayo a bordo de una silla de ruedas y fue a parar entre cajas.
Al volver, sano y salvo, el realizador de 82 años, aplaudido de pie por todos los presentes -entre ellos su esposa y estrella favorita, Julie Andrews-, le advirtió a su anfitrión, Jim Carrey: “¡Ayúdame, pero no me toques el Oscar!”.
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