Es que ni siquiera quienes fueron los organizadores del Club de Volantes Entrerrianos pudieron estimar la cantidad aproximada de público que invadió un escenario que siempre muestra progresos en su infraestructura, aunque esta vez haya sido desbordada por esa masa de personas llegadas de todos lados que, los más optimistas, calcularon en cerca de 50 mil espectadores, mientras que otros consideraron como en alrededor de 40 mil almas para ver la carrera número 1000 del Turismo Carretera.
Además, el clima lluvioso del sábado se fue modificando con las horas, y aunque amaneció con una densa niebla, el día aguantó a pie firme algunas nubes pasajeras y el mediodía fue a pleno sol, con casi 30 grados de temperatura.
Tanta fue la gente, que hubo autos estacionados a la vera de casi 3 kilómetros de la ruta que va desde Paraná -por suerte, nosotros tuvimos la previsión de estacionar el Seat Toledo, gentilmente cedido por Pablo Gil, a casi un kilómetro de la entrada-, y al regresar evitamos interminables embotellamientos y colas que duraron mucho más de dos horas para dejar la zona.
Algo increíble, pero real...