CONOZCA AL PIROMANIACO MAS TEMIBLE DE LA ARGENTINA
El caso más conocido de un piromaníaco en la historia Argentina fue el “Petiso Orejudo”, considerado uno de los asesinos más peligroso del país.
Fue el autor de los escabrosos crímenes de cuatro chicos de entre 3 y 6 años a los que golpeó, prendió fuego o ahorcó con una soga deshilachada que usaba como cinto durante su adolescencia.
Casualmente, el escenario de su ataques criminales fueron los baldíos y conventillos de los barrios de Almagro y Parque Patricios, zonas linderas a donde actúa el piromaníaco que incendió nueve mueblerías en los últimos diez días.
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En un principio, Godino sólo demostraba su crueldad contra los animales pero a medida que pasaron los años, su instinto asesino fue recrudeciendo y llegó a niveles insostenibles.
Incendió dos casas, una fábrica de ladrillos, una estación de tranvías y un almacén y cuando fue detenido el joven dijo: “Me gusta ver trabajar a los bomberos… es lindo ver como caen en el fuego”.
A los 16 años convirtió su primer asesinato cuando le prendió fuego a las faldas de una niña de 3 años, que falleció tras 16 días en agonía. Así comenzó su carrera criminal el “petiso orejudo”, quien se aseguró de tener un lugar en las historias policiales más conocidas del país.
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El blanco de Godino eran los chicos. Los conquistaba ofreciéndose a jugar, o con golosinas, y luego los llevaba a casas deshabitadas para cometer sus delitos.
Al pequeño Arturo Laurora se lo llevó a una vivienda abandonada ubicada en Pavón 1541 donde le ató un piolín de hilo trenzado al cuello, lo desnudó y finalmente lo estranguló.
Otra víctima fue un vecino suyo, de 3 años, a quien tras comprarle caramelos lo ató de pies y manos con un piolín y lo ahorcó. Cuando lo encontraron tenía un clavo que le atravesaba la cabeza.
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En momentos de la detención, el Petiso llevaba en un bolsillo restos de piolín, y un recorte de diario con la crónica del crimen de Laurora, según detalla la página web Calle22.com.
Fue condenado a cadena perpetua, y trasladado a una prisión de Ushuaia, donde murió luego de una paliza que le propinaron los presos por haber matado al gato del penal arrojándolo junto con los leños al fuego.
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