Arsénico en el agua: un problema que no podemos ignorar
La presencia de arsénico en las aguas subterráneas de la provincia de Buenos Aires plantea un desafío crítico para la salud pública. Este elemento químico, altamente tóxico, es considerado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una de las diez sustancias más preocupantes para la salud humana. Su exposición prolongada puede causar hidroarsenicismo crónico regional endémico (HACRE), una enfermedad caracterizada por lesiones cutáneas, y en casos más severos, provocar daños irreversibles en órganos vitales.
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En la provincia, el panorama es alarmante: el 87% de su territorio presenta niveles de arsénico en las aguas subterráneas que superan el límite permitido por la normativa provincial de 0,05 ppm (partes por millón), cifra que quintuplica el estándar internacional recomendado por la OMS de 0,01 ppm. Esta problemática deja a solo el 13% de la superficie provincial con agua apta para el consumo humano.
Los principales acuíferos implicados son el Pampeano, de baja calidad, y el Puelche, que ofrece aguas con menores concentraciones de arsénico, aunque no exentas del contaminante. Un estudio realizado por la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad de La Plata confirma que las concentraciones de arsénico en el acuífero Puelche están en el rango de 0.08 a 0.20 ppm, valores que exceden tanto los estándares internacionales como los provinciales.
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El acuífero Puelche, ubicado entre 40 y 70 metros bajo el nivel del mar, actúa como una fuente principal de abastecimiento para el territorio bonaerense. Aunque su calidad supera la del Pampeano, su recarga indirecta a través de este último, mediante filtraciones verticales, plantea un riesgo constante de contaminación.
Mercedes está ubicada en una zona donde las aguas subterráneas tienden a tener concentraciones significativas de arsénico debido a la composición geológica de la región. Aunque el Puelche ofrece mejores condiciones que el Pampeano, la contaminación vertical podría influir en los niveles de arsénico en este acuífero. La profundidad de extracción es crucial: pozos más profundos en el Puelche tienden a proporcionar agua de mejor calidad debido a una menor influencia de filtraciones del acuífero Pampeano. Sin embargo, perforaciones poco profundas o mal selladas pueden permitir la entrada de agua contaminada, afectando los niveles de arsénico.
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Las autoridades locales indicaron que el agua obtenida para inyectar en la red de la ciudad de Mercedes se hace desde el Puelche y aseguran que es apta para el consumo humano. Para tener esta certeza realizan análisis periódicos que con agua obtenida a boca de pozo en las diferentes perforaciones.
En cuanto a la distribución del agua por red, el arsénico no es un contaminante que se genere dentro de las tuberías, ya que proviene principalmente de fuentes naturales como la erosión de rocas. Sin embargo, una red en mal estado puede convertirse en un vehículo para transportar agua contaminada, especialmente si la red atraviesa áreas con suelos o acuíferos con alto contenido de arsénico, o si hay un mal manejo de las conexiones o baja presión en la red. Por esto, sería deseable que se realizaran análisis del agua en la entrada de las casas para conocer la calidad de la misma.
Para quienes no son alcanzados por la red de agua corriente y deben realizar perforaciones propias, es fundamental tomar precauciones para minimizar el riesgo de consumir agua contaminada. Se recomienda realizar análisis químicos exhaustivos del agua antes de su consumo, sellar adecuadamente los pozos para evitar infiltraciones de acuíferos de menor calidad, y considerar la instalación de sistemas de tratamiento como filtros específicos para arsénico u ósmosis inversa. Además, es aconsejable buscar asesoramiento técnico especializado para asegurar una extracción segura y sostenible.
En una encuesta reciente realizada en la ciudad por este medio, el 47% indicó que consume agua de la red de agua corriente, 36% de bidón o embotellada, el 15% de una perforación propia y el 2% indicó que la obtiene por otros medios.
Es importante conocer que el arsénico no se limita a estar presente en el agua, sino que también puede acumularse en alimentos como arroz, frutas, pescados y mariscos debido a su capacidad para infiltrarse en suelos y ecosistemas acuáticos. En el caso del arroz, por ejemplo, su cultivo en terrenos inundados facilita la absorción de arsénico desde el agua y el suelo. A pesar de la gravedad del problema, el desconocimiento sigue siendo su principal aliado. Ariel Bardach, especialista en epidemiología, destaca que gran parte de la población ignora la omnipresencia del arsénico en el ambiente y los riesgos asociados a su consumo prolongado.
Por su parte, Marta Litter, investigadora del CONICET y experta en el tema, advierte que, aunque existen soluciones tecnológicas como la ósmosis inversa y sistemas de filtración específicos, la falta de políticas públicas sólidas y de recursos para la investigación mantiene al arsénico como una amenaza persistente. Litter recuerda que en 1993 la OMS estableció un límite máximo de 10 microgramos por litro de agua (0.01 ppm), norma que el Código Alimentario Argentino adoptó en 2007, pero cuya implementación plena aún no se ha logrado.
El tratamiento del agua es una herramienta clave para enfrentar este problema. Métodos como la ósmosis inversa o filtros especializados pueden reducir significativamente las concentraciones de arsénico. Sin embargo, estos sistemas requieren una inversión inicial y mantenimiento, lo que los hace inaccesibles para la mayoría de las familias.
La contaminación por arsénico, originada en la erosión de rocas volcánicas, es una amenaza natural que podría ser controlada con información, tecnología y voluntad política. Mientras tanto, cada análisis de agua en un pozo o red es un paso más hacia la prevención de enfermedades que, aunque invisibles, tienen un impacto devastador.
El problema del arsénico en el agua en la provincia de Buenos Aires ha sido una preocupación constante para los residentes y ha generado diversas acciones legales y demandas colectivas. En algunos casos, se ha señalado la inacción de las autoridades municipales y provinciales, lo que ha llevado a la percepción de un posible ocultamiento o falta de transparencia en la gestión del problema.
Por ejemplo, en Chivilcoy, los vecinos han llevado a cabo demandas judiciales contra la empresa ABSA y han logrado que la justicia declare que el agua no es apta para el consumo humano. A pesar de esto, se ha observado una falta de acción efectiva por parte de las autoridades para resolver el problema de manera definitiva.
Además, el Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) ha actualizado su Mapa de Arsénico, que muestra las áreas más afectadas por la contaminación de arsénico en la provincia. Este mapa ha sido una herramienta importante para visibilizar el problema y presionar a las autoridades para que tomen medidas.
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