“Eficaces tanguitos” para abrir el alma
Las máscaras de Octimio Landi en las paredes simulaban espíritus que se habían convocado en un templo que iba a ser el escenario de un repaso por uno de los géneros musicales más tradicionales de la Argentina. Las luces de una kermesse eran el cielo en el universo para que los “eficaces tanguitos” (como los definió Enrique Fogwill en una nota publicada en la revista Pugliese, de febrero de 2001) de Lucas Guinot amenizaran y brindaran regocijo a los concurrentes al show que brindó junto a su trío el sábado por la noche.
El salón de la Unión de Educadores Bonaerenses estalló reiteradas veces en aplausos cuando el público oía ese sonido y el inconfundible estilo de este grupo integrante de la nueva camada joven del tango. Junto a Juan Elías en contrabajo y Guillermo Rubino en violín, Lucas aprovechó al máximo su piano Roland e hizo vibrar las almas de los desprevenidos y de los prevenidos.
Las melodías y los originales y finísimos arreglos en los clásicos “Felicia”, “El choclo” y “A don Agustín Bardi” fueron sólo el prólogo de la presentación oficial en Mercedes del disco “Tango”, el primero de esta formación de jóvenes músicos comandada por el mercedino Guinot.
Las composiciones originales “Mimi fafa mimi”, “Si” y “Luz” sirvieron para mostrar aspectos más íntimos de la personalidad de Lucas, inscritos en sus creaciones.
“Milonga triste” y un arreglo que fue explicado desde la profundidad descubierta de una letra que en primera persona se encargó de leer el pianista fueron el golpe de gracia para que el entendimiento llegara al rincón que faltaba de la sala y penetrara en la coraza más dura de los corazones.
El cantante Fernando “Patota” Aschero –un acierto que populariza y mezcla las aguas para enriquecer a esta formación– subió a escena para poner su voz a “Naranjo en flor” y “Desencuentro”, en particulares versiones con melodías que sacaron brillo a su registro.
“Corralera” y “La gracia” (una especie de “vals para los odios tangueros, chacarera para los demás”, según definió Guinot) brindaron un nuevo panorama de lo que el trío puede lograr desde lo instrumental.
Y “Patota” volvió a cantar, entre los aplausos, “Garúa” y “Los mareados”. Con “La trampera” y “La yumba” cerraron en set, pero volverían una y otra vez a pedido del público con los bises de “Felicia” y “El choclo”.
Camilo Guinot iluminó el lugar y Eduardo Cirillo se ocupó de la amplificación del sonido.
Saborido, Pugliese, Troilo, Salgán, los Expósito, Castillo, Cadícamo, Piana y Manzi estuvieron presentes en una conexión espacio temporal que con el arte a veces se puede lograr.
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