Vera cerró los ojos y abrió la deuda: el siestazo que salvó a Kicillof

La escena, insólita y explosiva, terminó de quebrar la interna libertaria en la Legislatura bonaerense. Mientras se discutía la autorización de deuda para la Provincia, la banca de Ramón “El Nene” Vera permaneció vacía. El diputado no estuvo presente en el momento del voto y, con su ausencia, facilitó el número requerido para la aprobación del proyecto.
Fuentes legislativas coinciden en que el horario —pasada la 1.30 de la madrugada en Diputados y cerca de las 4 en el Senado— dejó un cuerpo extenuado tras una sesión maratónica. Pero en La Libertad Avanza nadie compra la explicación liviana. La versión oficial del entorno de Vera, que desliza que “se quedó dormido” en su despacho, fue recibida con indignación. Dentro del bloque, la frase que circula es otra: “fue funcional a Kicillof”.

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El faltazo en la votación desató una ola inmediata de reproches. Agustín Romo, quien conduce la bancada libertaria, logró contener el tono sólo por momentos, pero el malestar se filtró sin reservas. Ramiro Marra, ya fuera de la estructura partidaria pero aún con peso simbólico, fue uno de los primeros en sentenciar que lo ocurrido amerita expulsión. “Lo lógico sería que lo echen del espacio”, afirmó.
La noche legislativa había sido extensa, cargada de negociaciones y objeciones técnicas. No faltaron advertencias sobre el momento elegido para votar el endeudamiento, a días del recambio parcial de la Cámara. Con la banca de Vera vacía en el instante decisivo, el cálculo de los dos tercios se resolvió sobre un número de presentes más favorable al oficialismo. Por eso, el episodio no quedó catalogado como descuido, sino como gesto político deliberado.
En LLA el diagnóstico es brutal: la ausencia no fue inocente. Vera, recuerdan, tuvo pasado peronista reciente y vínculos con sectores que hoy sostienen al gobernador. En ese marco, la tesis del sueño profundo no resiste el análisis interno. El enojo no es sólo por la foto del recinto, sino por la sospecha de alineamiento subterráneo.
El episodio deja algo más que una anécdota. La Libertad Avanza atraviesa su primer crisis de disciplina con impacto directo en una votación estructural. La Legislatura pagó el costo político del cansancio, pero el bloque libertario enfrenta ahora el costo interno de un quiebre que no se explica sólo por la hora: una ausencia que cambió el resultado y un diputado que, dormido o no, terminó del lado equivocado.
El endeudamiento quedó aprobado. La bronca, también. Y entre los pasillos, una convicción compartida: lo que sucedió no fue casualidad, sino un movimiento cuya factura recién empieza a circular.

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