Silvia Di Leo: “¿De qué hablamos cuando los liberales hablamos de batalla cultural?”
Por Silvia Di Leo:
Cada 21 de septiembre asistimos a un desplieguen de vanalidades que con esmero los alumnos van imaginando, pensando, organizando, preparando y ejecutando durante varios años.
Cada promoción comienza dos o tres años antes de recibirse a juntar dinero, contratar toda clase de servicios para celebrar el día del estudiante y la llegada de la primavera.
Juntas fortuna. Si hay miseria que no se note. No importa si estamos en hiperinflación o estabilidad. Si hay trabajo o no. Si los padres tienen posibilidades reales de hacer frente a los requerimientos económicos o no. Lo real es que los alumnos se esfuerzan en preparar su fiesta. Alquiler de quintas, comida, música, custodia, trajes…, todo bien hasta ahí.
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Podrán decir que es exagerado, pero en verdad cada familia decide si sus hijos van a participar y si tiene sentido el esfuerzo que toda la movida implica. Son decisiones particulares no opinables.
El simple hecho que cada grupo trabaje, se organice y se pongan de acuerdo en semejante empresa es , a todas luces, algo sumamente positivo en la formación de los estudiantes. Tener un proyecto a mediano plazo, ponerse de acuerdo en como van llevarlo a cabo, trabajar durante meses y meses para lograr el objetivo, es maravilloso. Llevar a cabo actividades para juntar dinero, llevar la contabilidad, invertir para que el dinero no pierda su valor a lo largo de un par de años. Diseñar y planificar qué hacer el día esperado. Pedir presupuestos, sortear cada dificultad, contratar, pagar……. Y todo lo que implica semejante proyecto, no es moco de pavo aunque parezca algo trivial honerosa y desmedida la movida. Realmente es loable y admirable la forma de organizarse de cada grupo y el esfuerzo a pulmón que hace cada participante.
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Hasta ahí todo genial. Ahora vienen los peros.
Es tan grande la movida que implica un esfuerzo de todo el municipio para que dicha fiesta se lleve a cabo en el mayor orden posible.
Por tal razón hay reuniones periódicas durante el año escolar con los alumnos del último año, padres y autoridades. Reuniones donde se pactan ciertas reglas . Sobre todo, reglas de comportamiento para mantener el orden, evitar conflictos entre los grupos, y fundamentalmente para no romperle las pelotas al resto de los ciudadanos.
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Todo lindo, todos de acuerdo, todo muy civilizado…, hasta que llega el dia esperado y todo se pudre.
Esos mismos chicos que dan clases de ambientalismo, convivencia, derechos, respeto al prójimo y todas esas yerbas, a mitad de camino la pifian mal…. muy mal y con anuencia de los padres, arrojando papelitos, haciendo pintadas, pasando por toda la ciudad con muchas, sin distinguir si pasan por delante de un centro de salud, un geriátrico. Si hay enfermos o personas sensibles a tales manifestaciones. Y hay que fumarse toda esa manifestacion de emociones, sin tener arte ni parte. Y si a eso le sumamos que algunas de esas acciones conllevan una violación a las normas y reglamentos de nuestra comunidad, la cosa deja de ser tan graciosa y festiva.
Me refiero precisamente a los fuegos artificiales.
Resulta que mientras firman los acuerdos de convivencia donde se comprometen a no joder a terceros ( cosa que ni siquiera deberia currir, ya que se esperaría que padres y alumnos tendrian que tener algo de respeto y don de gente y naturalmente no incurrir en actos reprobables) están yendo a comprar pirotecnia no aceptada en las normas.
Durante todo el día, la pirotecnia SONORA se escucha sin solución de continuidad, mientras alumnos aplaudes y los padres que acompañan observan con amplias sonrisas en sus rostros.
Entre tanto, los ajenos al evento llamando al 147 para denunciar el hecho. Los de seguridad corriendo de un win a otro dela ciudad , pero después que la infracción se cometió. Es lógico, nadie denuncia lo que no ocurrió, y por la naturaleza del acto, la denuncia y la intervención llega tarde. Y es en ese momento quedé genera una catarata de protestas y acusaciones por parte de los ciudadanos, sobre todo a las autoridades locales.
Y acá es donde entra el concepto de cambio cultural.
EL ciudadano esta tan acostumbrado a que le digan que todo depende del estado, que el estado te cuida, que responsabiliza al municipio por el 100% de estos ilicitos. Claro que tienen responsabilidad en el control del uso de pirotecnia, pero acá los únicos CULPABLE (digo culpables y no responsable, porque es un término más fuerte, si hubiera otro mas duro lo usaría) son los padres y los alumnos. No me importa que la pirotecnia SONORA esté prohibida. Es simplemente una invasión a la paz de miles de de ciudadanos, ocacionándoles malestar, ataques de pánicos, descontrol, huida de animales y todo lo que ya sabemos. El día que entendamos que no debemos depender de la autoridad para comportarnos civilizadamente. Actuar con responsabilidad y respeto a terceros, y haciendo responsable de cada hecho a quienes lo cometen, entonces ahí recién, podremos comenzar a ser ciudadanos con mayúscula y podremos ser una sociedad que viva en libertad, sin tanto relato de “la patria es el otro” ni la hipocresía de padres e alumnos que no tienen tapujos a la hora de hablar y discursar sobre derechos, y toda la Zaraza mentirosa que repiten y repiten sin internalizar ni un solo concepto vertido. En buen romance, acá los más moralistas son los que se cagan en todo. Hasta en su propia firma y palabra dada a la autoridad y por su intermedio a toda la ciudad.
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