Nació en un pueblo humilde, es hijo de un policía y desertó del Ejército alemán
La situación económica de los Ratzinger no era excelente y el padre tenía que dar clases como maestro para poder mantener a su esposa y a su hija, ambas llamadas María, y sus dos hijos varones.
Ratzinger y su hermano mayor, Georg que hoy tiene 81 años, ex director del prestigioso coro de niños Regensburger Domspatzen, ingresaron al seminario para hacerse curas en la ciudad de Traunstein, un pueblo a unos 30 kilómetros de la localidad austríaca de Salzburgo.
Luego de ser ordenados tomaron la costumbre de viajar todos los años a los silenciosos corredores del Seminario de San Miguel, donde pasaban unos días en la austera, pero elegante, residencia del obispo.
El religioso pasó en Traunstein los difíciles años de dominio nazi y de la Segunda Guerra Mundial. En 1943 fue reclutado para integrar una unidad antiaérea y enviado a Munich. Un año después fue dado de baja y enviado a la frontera austro-húngara a construir barreras para tanques.
Desertó del Ejército alemán en mayo de 1945 y regresó a Traunstein, en una actitud arriesgada, ya que los desertores eran ejecutados en el momento, o ahorcados en público.
A su llegada a Traunstein, fue tomado prisionero por soldados estadounidenses y estuvo varias semanas en un campo para prisioneros de guerra. Al recuperar la libertad, regresó al seminario.
Fue ordenado sacerdote, junto con su hermano, en 1951. Luego pasó varios años enseñando teología. En 1977 fue designado obispo de Munich y tres meses después Pablo VI lo nombró cardenal.
Ratzinger es un buen pianista a quien le encantan Wolfgang Amadeus Mozart y Ludvig van Beethoven. Le gusta tocar el piano y caminar por el centro de Traunstein, ciudad a la que considera su hogar. Aunque es amante de la música, en una ocasión declaró que no le gusta el rock, por considerarlo una “expresión de pasiones primarias”.
Juan Pablo II le encomendó la dirección de la Congregación para la Doctrina de la Fe en 1981. Sobre sus hombros recayó la responsabilidad de vigilar el cumplimiento de la ortodoxia católica y fue una de las figuras clave en la campaña emprendida por Karol Wojtyla para renovar la fe de los católicos romanos.
Quiso dejar la carrera eclesiástica para seguir escribiendo libros -ya tiene 30 publicados- pero Juan Pablo II no se lo permitó.
Ratzinger habla diez idiomas, incluidos italiano e inglés, además del alemán.
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