MONACO DESPIDIO A SU PRINCIPE
Con la presencia de más de 60 personalidades de todo el mundo, incluyendo jefes de Estado y miembros de la realeza, se llevaron a cabo los servicios funerales del príncipe Rainiero III, muerto la semana pasada a los 81 años de edad.
Las exequias tuvieron lugar en la capilla ardiente del Palacio de los Grimaldi.
Entre los asistentes estuvieron los reyes de España, Suecia y Bélgica, la reina de Noruega, el duque de Luxemburgo, así como los presidentes de Francia, Irlanda y Eslovenia y el capitán regente de San Marino.
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Los presidentes de Francia, Jacques Chirac; Irlanda, Mary Mc Aleese, y Eslovenia, Janez Drnovsek, así como Andrés de Inglaterra, hijo de Isabel II, y el príncipe heredero Guillermo de Holanda, esposo de la argentina Máxima Zorreguieta –embrazada de unos cinco meses- figuraron también entre los asistentes.
Uno de los primeros en arribar a la ceremonia fue el rey Juan Carlos de España, quien despidió por última vez los restos de Rainiero con una inclinación ante sus restos en la capilla palatina y luego expresó sus condolencias a los tres hijos del príncipe: Alberto, su sucesor, y las princesas Carolina y Estefanía.
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Luego de dar el pésame, los ilustres invitados recorrieron a pie los 200 metros que separan el Palacio de la Catedral, donde esperaron el cortejo fúnebre, cuya llegada marcó el inicio de los funerales de Estado.
En total, 61 delegaciones internacionales, entre las cuales figuran nueve jefes de Estado, asistieron a las exequias en la Catedral de Mónaco, donde será inhumado esta misma noche en la más estricta intimidad.
Mientras tanto, cientos de monegascos colmaron la plaza del Palacio, inundada de coronas y ramos de flores desde donde presenciaron la salida del cortejo fúnebre, el momento más emotivo para ellos, que consideraban a Rainiero su “padre” y “patrón” tras un próspero reinado de más de 55 años.
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A pesar de que se esperaba la presencia de unos 3.000 habitantes en el lugar, finalmente los monegascos, poco dados a exteriorizar sus emociones, prefirieron seguir por televisión los actos de despedida, que además están rodeados por unas severas medidas de seguridad, sin precedentes en Mónaco.
El espacio aéreo del Principado, al igual que su franja costera y alrededores y la zona de navegación entre las puntas de Cap Martin y Cap d'Ailest, permanecerán cerrados.
Un avión de vigilancia “Awacs”, un caza “Mirage 2000” y media docena de helicópteros, cerca de 2.000 agentes y dos especialistas en negociaciones de secuestros son algunos de los medios desplegados por Francia para garantizar una “seguridad máxima”.
La seguridad también es muy estricta en la ciudad vieja, donde se encuentran el Palacio y la Catedral, así como sus alrededores, espacio totalmente vedado para los no autorizados.
Además de los monegascos, en el recinto se ubicaron periodistas llegados de todo el mundo para cubrir el acontecimiento dada la popularidad de los Grimaldi en la prensa del corazón y sensacionalista.
El resto de residentes siguió las exequias en las pantallas gigantes instaladas en las seis iglesias de Mónaco, pues el funeral fue transmitido en directo por la televisión de cable local y también vía Internet a través del sitio web del Palacio.
La habitualmente animada Mónaco es hoy una ciudad fantasma, ya que todos los edificios públicos y comercios permanecen cerrados y apenas se ve a gente por las calles, salvo a los numerosos agentes de las fuerzas del orden.
Con excepción de unos pocos cafés, todas las tiendas monegascas estaban cerradas. El casco antiguo y el palacio, ubicados en el llamado “peñón” de Mónaco, estaban cerrados al paso. Unos 1.800 policías se ocupan de la seguridad en los funerales del príncipe, fallecido el 6 de abril.
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