Las cámaras térmicas no mienten: hasta el aire que no querés mostrar queda registrado

Las cámaras térmicas son una maravilla de la ciencia moderna. Captan la radiación infrarroja que emiten los cuerpos y objetos, transformando el calor en imágenes que revelan lo invisible. Su precisión es tal que pueden registrar desde la temperatura de una pared hasta el leve calor del aire que exhalamos al respirar.
Pero su sensibilidad también tiene un costado menos glamoroso: son tan exactas que detectan cualquier emisión de calor, incluso las más… humanas. Es decir, no solo el vapor del café o el aliento en una mañana fría, sino también esos discretos “gases” que el cuerpo libera sin previo aviso.

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Aunque fueron diseñadas para la seguridad, la medicina, la ingeniería o la investigación ambiental, las cámaras térmicas pueden volverse implacables en entornos cotidianos. Lo que para el ojo humano pasa inadvertido, para sus sensores infrarrojos resulta imposible de ocultar.
Así que si alguna vez te encontrás frente a una de ellas, pensá dos veces antes de confiar en que nadie notará ese pequeño “cambio de temperatura” a tu alrededor. En el mundo del calor visible, los secretos simplemente… se evaporan.

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