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8 de Diciembre - Dia de la Virgen de Luján,

“Es la Virgen de Luján la primera Fundadora de esta Villa” , Y la protectora de la República Argentina que este Sabado sera honrada en la Ciudad de Luján por miles de feligreses.

Por Sergio Maineri
8 de Diciembre - Dia de la Virgen de Luján,

8 DE DICIEMBRE - DIA DE LA VIRGEN NSTRA SRA DE LUJAN
La Vírgen de Luján es una pequeña estatua de la Inmaculada que mide 38 cms. está hecha de arcilla cocida,(terracota) modelada en Brasil (en el Valle Pacaralba- San Pablo) y envíada a a Argentina en mayo de 1630. Su apariencia original parece inspirada en las Inmaculadas de Murillo, pero en 1887 para detener su deterioro, fue recubierta de una armazón de plata sólida, y habitualmente aparece revestida de una rica túnica blanca con incrustaciones doradas y un manto color azul celeste (los colores de la bandera argentina), que solo dejan ver su rostro ovalado y moreno de grandes ojos azuraes y unas manos unidas y pedagas al apecho en actitud de oración
La rayera tiene la inscripción: Por aquellos tiempos, castellanos del Plata y portugueses del Brasil comerciaban pacíficamente como súbditos de una misma corona. Gobernaba el vasto Imperio Español el rey Felipe IV, de la familia de los Austrias, y el Papa Urbano VIII reinaba en la Santa Iglesia Romana. Ocurrió entonces que un portugués, Don Antonio Farías de Sáa, dueño de una estancia en el pago de Sumampa, jurisdicción de Córdoba del Tucumán, encargó a un amigo, marino, le trajese del Brasil una imagen de la Virgen, pues deseaba erigir en su hacienda una capilla a la Inmaculada Concepción de María. El marino, llamado Andrea Juan, cumplió el encargo, mas no fue una sino dos las imágenes que llegaron al puerto de Buenos Aires, desconociéndose la causa de esa duplicación.

De bulto, de arcilla cocida, muy bien dispuestas en cajas de madera paraque no sufriesen daño en tan largo recorrido, una mostraba a la Virgen en su Concepción –es la que hoy se venera en el Santuario de Luján-, la otra, con el Niño Jesús en sus brazos, siguió camino y llegó a Sumampa.

Según Monseñor Presas, el pedido de la imagen debió formularse a mediados de julio de 1629, pues en aquellos días se encontraba en Buenos aires el piloto Andrea Juan listo para zarpar hacia Pernambuco, Brasil. Es probable que las dos imágenes fuesen compradas y embaladas allí, en Pernambuco. Una de ellas, la que representa a Nuestra Señora en su título de Madre de Dios, sin duda fue fabricada en el nordeste del Brasil. La otra, que la representa en su Purísima Concepción, es típicamente paulista y superior a su compañera en contextura y forma. San Pablo, en esos años de 1630, irradiaba su esplendor artesanal a todo el Brasil.

El patache San Andrés de Andrea Juan regresa el 23 de marzo de 1630. En Buenos Aires, las cajas con las imágenes son cuidadosamente estibadas en uno de aquellos carretones que formando parte de las boyadas, en desalineada fila, surcaban las vastedades del desierto.

Tomando hacia el norte por el Camino Viejo a Córdoba, corría el mes de mayo de 1630, la caravana, tras dos días de marcha, se detiene para hacer noche cerca de la estancia de un tal Rosende, próximo al río Luján, hoy Villa Rosa, en el partido de Pilar, a unos 30 kilómetros de la Basílica Nacional “Al apuntar el sol el día siguiente, el conductor de las imágenes unció sus bueyes, los ató al carro y picándoles con el aguijón se dispuso a continuar su ruta. No poco extrañado vió que los bueyes no se movían y aunque redobló sus esfuerzos y excitó a los animales de mil modos no consiguió que arrancase el carretón. Vinieron en su ayuda otros carreros, añadieron a la pareja del pertigo otra yunta de bueyes pero no lograron más que exasperarlos con sus golpes. Arremolinóse en torno del carro una multitud de carreros y peones de la estancia de Oramas juzgaron todos que era menester aliviar el carretón de su peso. Descargaron los bultos y al punto lo movieron los bueyes con la mayor facilidad. Como la carga era la misma que habían traído de Buenos Aires preguntaron al conductor qué era lo que llevaba y como dijese que entre otros bultos conducía dos imágenes de Nuestra Señora, desearon cerciorarse si el obstáculo provenía de ellas. Embarcaron pues las dos imágenes en el carretón y, en efecto, éste permanece inmóvil como al principio. Sacaron entonces una de las cajas y el carretón siguió atascado; trocáronla y azuzados los bueyes giraron las ruedas sin dificultad”.

Frente a tan prodigiosa evidencia, los troperos, en debota procesión, llevaron la Santa Imagen a la casa de Rosende para su guarda. El hacendado hizo construir una modesta ermita de techo de paja y piso de tierra que quedó al cuidado de un negrito llamado Manuel, éste era el acompañante del conductor de las imágenes.

La noticia del milagroso hecho se divulgó rápidamente y bien pronto fueron muchos los fieles que emprendieron el viaje para venerar la imagen. La cantidad de peregrinos fue aumentando a medida que se difundía la buena nueva de los favores que Ella prodigaba. Al respecto, el historiador presbítero Felipe Maqueda señala en las “Noticias” del año 1812 que “como eran tan continuos los prodigios que se experimentaban, era también incesante el concurso de la gente que venía de lejos en romerías a visitar la Imagen de Nuestra Señora”.

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La sagrada imagen permaneció en el lugar unos cuarenta años. Hacia 1671 “la estancia de Don Rosende se hallaba en lastimoso estado por incuria de sus dueños, y por consiguiente la Ermita de la Virgen vino a quedar en casi despoblado. A este abandono contribuyó también en aquellos años el haberse cerrado el Camino Viejo a Córdoba que por ahí cerca pasaba, el justo temor de los indios infieles y la indiferencia con que las Autoridades Eclesiásticas hasta la fecha habían mirado tal devoción. Solo el negro Manuel logró en esos años mantener vivo el culto a Nuestra Señora. Por tal abandono los peregrinos padecían algún desconsuelo, porque no había en aquel lugar casa ni rancho donde hospedarse y frecuentar las visitas.

Fue por aquellos años cuando Doña Ana de Matos, dueña de una estancia sobre la margen derecha del río Luján, a unos treinta kilómetros hacia el oeste de los campos de Rosende, le ofrece al maestro Juan Oramas comprarle la imagen y trasladarla a su estancia. Allí estaría a resguardo de posibles profanaciones y sería más accesible para los peregrinos por estar el lugar cercano al Camino Real, más seguro y transitado.

Juan Oramas, por entonces Cura de la Catedral de Buenos Aires y heredero de los bienes de Rosende, no dudó “en condescender a la propuesta de Doña Ana porque los motivos que ella aducía eran a todas luces razonables, y también” –cuenta el historiador Felipe José Maqueda- “porque se persuadía que los concurrentes a la Capilla le robaban el ganado de la estancia, y dicha Señora Ana correspondió agradecida en darle alguna gratificación, no menos que doscientos pesos. Llevóse, pues, la Santa Imagen a su casa y púsola en un cuarto decente, con ánimo de edificarle en breve Capilla pública”.

Ni bien llegada la imagen de la Pura y Limpia Concepción a su nueva morada se produjeron una serie de hechos prodigiosos que refiere la crónica del historiador Maqueda. Ocurrió que al día siguiente del traslado, Doña Ana advirtió alarmada que la Sagrada Imagen había desaparecido del lugar donde fuese ubicada con el mayor cuidado. No hallándola en toda la estancia a pesar de intensa búsqueda, su intuición le dijo que quizá hubiese regresado la Virgen a su antigua Ermita. Cuando verificó la certeza de su presentimiento, fue por Ella a lo de Oramas por segunda vez y por segunda vez volvió a faltar de su casa, encontrándose nuevamente en la vieja Ermita sin concurso humano.

Desconsolada Doña Ana con tan extraño acontecer, no se atrevió a intentar la traslación por tercera vez, porque pensó que volvería a suceder lo mismo y además temió –añade el cronista Maqueda- “castigase la Virgen su porfía cuando a su parecer le daba a entender que no gustaba estar en su casa”. Decidió entonces, con acierto y esperanza, participar la novedad a las autoridades eclesiásticas de Buenos Aires. Trasladados al lugar y verificada la veracidad de los hechos, el Obispo y el Gobernador del Río de la Plata levantaron en andas

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