Santa Justa es una de las santas más veneradas en España, especialmente en la ciudad de Sevilla, donde es considerada como su patrona. Nació en la ciudad de Italica, actualmente ubicada en Santiponce, España, durante el siglo III. Junto con su hermana, Santa Rufina, se dedicó a vender cerámica y objetos de alfarería.

Ambas hermanas se convirtieron al cristianismo y se negaron a adorar a los dioses paganos, lo que les valió la persecución por parte de las autoridades romanas. Cuentan las leyendas que, durante un tiempo de escasez de agua en Sevilla, las hermanas se negaron a vender sus cerámicas para fines paganos, lo que provocó su arresto y posterior martirio.

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Santa Justa fue torturada y finalmente murió por su fe el 19 de julio del año 287 d.C. Su valentía y devoción han inspirado a miles de fieles a lo largo de los siglos, y su legado perdura hasta el día de hoy.

Santa Rufina, hermana de Santa Justa, compartió la misma fe y destino trágico. Al igual que su hermana, se negó a renunciar a su cristianismo y a participar en prácticas paganas. También fue sometida a torturas y finalmente martirizada junto a Santa Justa. Ambas santas son consideradas ejemplos de fidelidad a Dios y al cristianismo, y sus nombres están siempre vinculados en las celebraciones litúrgicas.

San Arsacio fue un sacerdote y mártir cristiano en Nicomedia durante la persecución de Diocleciano en el siglo IV. A pesar de la intensa persecución, San Arsacio continuó predicando el Evangelio, lo que finalmente le costó la vida.

San Bernabé de Compostela nació en Inglaterra en el siglo IX y se convirtió en monje en el monasterio de Rosheim, en Alsacia. Luego se trasladó a Compostela, España, donde llevó una vida austera y dedicada a la oración y la caridad. Es venerado como santo en la región de Galicia.

En este día, los fieles católicos rinden homenaje y oran a estos valientes santos y santas, quienes, a través de su martirio y testimonio de fe, han dejado un profundo impacto en la historia de la Iglesia. Su legado es un recordatorio de la fuerza y perseverancia de la fe cristiana a lo largo de los tiempos.