Un violento embate climático castigó en horas recientes el corazón del territorio bonaerense, sembrando caos y destrucción a su paso. La furia de vientos que rozaban los 150 kilómetros por hora, acompañados de una lluvia de granizo cuyas piedras competían en tamaño con pelotas de golf, asoló varias localidades del interior, presagiando el inminente arribo de la tempestad al Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).

La adversidad meteorológica, que ya dejó su estela de desolación en la zona norte de la provincia, se cebó especialmente con 9 de Julio, donde el paisaje urbano quedó marcado por la devastación: techos arrancados de raíz, árboles derribados y el autódromo local reducido a un montón de escombros.

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Los testimonios gráficos, captados por los propios habitantes tras el paso del peligro, narran una historia de destrucción y desamparo. Imágenes compartidas en las redes sociales exhiben la crudeza del granizo que azotó la región, llegando a dimensiones insospechadas, con algunas piedras alcanzando los cinco centímetros de diámetro.

Los expertos meteorólogos, mientras tanto, advierten que el fenómeno no ha concluido su marcha devastadora y se encamina ahora hacia el AMBA, amenazando con repetir su furia en poblaciones como 25 de Mayo, Chivilcoy, Lobos, Navarro, Roque Pérez, Saladillo, Suipacha y Olavarría, entre otras.

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Aunque las proyecciones indican que la ciudad de Buenos Aires no será directamente impactada por este embate, las autoridades mantienen la guardia en alto, ante la posibilidad de que los vientos huracanados y las lluvias intensas afecten la zona sur del Gran Buenos Aires.

La alerta meteorológica, teñida de naranja por la inminencia del peligro y de amarillo por las ráfagas de viento, se extiende a lo largo y ancho de la provincia de Buenos Aires, y se proyecta sobre otras 14 jurisdicciones del país, presagiando horas difíciles y desafiantes para sus habitantes.