Lunes de alto voltaje en el Concejo: la Fiscal, los votos finos y una sesión que puede torcer el tablero político

El último lunes del año no será una sesión más en el Honorable Concejo Deliberante de Mercedes. La discusión de la ordenanza Fiscal Impositiva concentra tensiones políticas acumuladas desde el recambio de bancas del 10 de diciembre y expone un escenario frágil, donde nada está garantizado y cada movimiento tiene costo.

El oficialismo llega con una expectativa clara pero ajustada. Necesita aprobar la Fiscal para cerrar el año con previsibilidad financiera y evitar empezar enero con un esquema tributario viejo, desfasado frente a la inflación y los costos municipales. Sabe que no tiene margen para imponer el texto sin concesiones y que cualquier error de cálculo puede derivar en un revés político de alto impacto. La prioridad es mostrar gobernabilidad, aún al precio de ceder en artículos puntuales, escalonar aumentos o aceptar retoques que hace semanas se resistían.

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El problema es que los votos no están asegurados. La nueva composición del Concejo dejó al oficialismo lejos de la mayoría automática y lo obligó a negociar en un terreno incómodo, donde los acuerdos ya no se sellan solo entre bloques sino también a nivel individual. En ese contexto, el rol de Aida “Pety” Laporta aparece como determinante. Su voto, su abstención o su rechazo pueden inclinar la balanza, y su reciente designación como vicepresidenta primera del cuerpo sigue siendo leída como una señal política que aún espera confirmación en los hechos.

Del lado de la oposición, los miedos no menores. El primero es quedar atrapada en la contradicción entre el discurso crítico y una eventual aprobación que pueda ser leída como un aval al esquema fiscal del Ejecutivo. El segundo es el costo de bloquear la ordenanza y cargar con la responsabilidad de frenar una herramienta clave de gestión, en un contexto económico complejo y con fuerte presión social sobre precios y tasas.

A eso se suma un elemento institucional que sobrevuela la sesión y que puede transformarse en argumento central si alguien decide tensar la cuerda: la conformación de la Asamblea de Mayores Contribuyentes. Con bloques que ya no existen, otros que cambiaron su número y uno nuevo que no estaba al momento de la designación, la proporcionalidad quedó desfasada. No es un detalle técnico. Es una debilidad política y jurídica que, si se pone sobre la mesa, puede complicar el tratamiento de cualquier ordenanza que requiera ese paso.

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Hasta ahora, ese tema se mantuvo en segundo plano, como un problema conocido pero convenientemente ignorado. Sin embargo, la Fiscal Impositiva es el tipo de ordenanza que suele despertar planteos de fondo cuando los votos no cierran. La oposición sabe que ese flanco existe y que usarlo puede ser una herramienta de presión, aunque también implique abrir una discusión institucional que nadie controla del todo.

El margen de negociación, a esta altura, es estrecho pero real. Pasa por modificaciones de último momento, por gestos políticos que permitan justificar un acompañamiento parcial y por la posibilidad de que algunos concejales opten por la abstención para no quedar expuestos ni al rechazo ni al apoyo pleno. Todo se define en las próximas horas.

El lunes 29 no se vota solo una Fiscal. Se pone a prueba el nuevo equilibrio de fuerzas, la capacidad de diálogo del oficialismo y la coherencia de una oposición que debe decidir si prioriza el desgaste político o la institucionalidad. Lo que ocurra en el recinto va a marcar mucho más que el cierre del año legislativo: va a anticipar cómo será la convivencia política en Mercedes durante los meses que vienen.