La comunidad de la Iglesia San Luis se congregó este domingo en una emotiva ceremonia que combinó la celebración de recientes hitos religiosos con un sentido llamado a la oración por la salud de Martiniano. El Padre Mario Peralta, líder espiritual de la parroquia, encabezó el evento que reunió a fieles de todas las edades.

La jornada estuvo marcada por un ambiente de júbilo y reflexión. Se conmemoró la reciente Primera Comunión de un grupo de niños, simbolizando su ingreso formal a la vida sacramental de la Iglesia. Asimismo, se felicitó a aquellos que cumplieron años recientemente, subrayando la importancia de la comunidad en el crecimiento personal y espiritual de sus integrantes.

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Como parte de las tradiciones parroquiales, se distribuyeron imágenes sagradas de Jesús, María y el Espíritu Santo. Estas efigies recorrerán los hogares de los feligreses durante la semana, fomentando la devoción y la unidad entre las familias de la congregación.

Sin embargo, el momento más conmovedor de la ceremonia fue cuando el Padre Peralta dirigió las oraciones hacia un propósito específico: la recuperación de Martiniano, el niño que se encuentra internado en el Hospital Garrahan tras sufrir un accidente hace pocos días. La familia del pequeño había solicitado una cadena de oración, a la cual la parroquia respondió con fervor.

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El sacerdote también aprovechó la ocasión para expresar gratitud por la mejoría de Julián, otro miembro joven de la iglesia que había estado enfermo, demostrando así la importancia que la comunidad otorga al bienestar de todos sus integrantes.

La celebración no estuvo exenta de momentos lúdicos. Para deleite de los más pequeños, se realizó un sorteo de golosinas, añadiendo una nota de alegría a la jornada.

Finalmente, el Padre Peralta recordó a los presentes la proximidad de la fiesta de la Virgen de las Mercedes, invitando a todos a prepararse espiritualmente para esta importante fecha en el calendario litúrgico.

Este encuentro dominical en la Iglesia San Luis no solo reflejó la vitalidad de su comunidad, sino también la capacidad de unirse en momentos de alegría y adversidad, demostrando que la fe y la solidaridad son pilares fundamentales en la vida parroquial.