Argentina jugará la final de la Copa de las Confederaciones, el próximo miércoles contra Brasil tras imponerse a México por 6-5 en la definición por penales, la única forma de desempatar una mala semifinal,en la que ambos conjuntos sufrieron una expulsión, marcaron un gol en el suplementario y se olvidaron de dar espectáculo.

Habrá “clásico”, habrá revancha y la continuación de las mil historias inacabadas que siempre deja un Brasil-Argentina, porque la tanda de penales así lo quiso y el acierto del Germán Lux, que adivinó la intención del defensor Ricardo Osorio.

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Pero, hasta que ambos alcanzaron los penales hubo muy poco fútbol. Sobraron precauciones y faltó juego en un tedioso partido, en el que apenas hubo, no sólo ocasiones de gol, sino siquiera jugadas interesantes.

Ambos técnicos pensaron más en el rival y se resintió el espectáculo. El argentino Ricardo Lavolpe, entrenador de México, situó a Rafael Márquez como “tapón” de Román Riquelme, en una función por delante de la defensa parecida a la que desempeña en el Barcelona, y José Pekerman hizo ingresar a Gabriel Milito como inesperado volante de contención.

México, con un único punta nato, Jared Borgetti, apenas enlazó con su ataque, mientras que, prácticamente inédito Riquelme y apagado Esteban Cambiasso, a Argentina le falló la zona de creación.