Anuncios en serie y actos cerrados: la política se muestra de espaldas a los vecinos

En la última semana, la ciudad de Mercedes fue escenario de un verdadero aluvión de visitas políticas y anuncios de obras. El gobernador Axel Kicillof recorrió los trabajos en el Paseo de la Rivera, la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, participó de actividades locales y el ministro de Obras Públicas bonaerense, Gabriel Katopodis, también se hizo presente. La seguidilla de actos refleja el clima de campaña a pocos días de las elecciones del 7 de septiembre, donde el oficialismo busca exhibir gestión y presencia territorial.

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Lo que llama la atención no es tanto la agenda cargada de figuras, sino la forma en que estos encuentros se desarrollaron: bajo estricta organización, en ámbitos cerrados al público en general, con escasa participación ciudadana y un control minucioso del entorno. La puesta en escena fue impecable, pero la cercanía con los vecinos brilló por su ausencia.

En la superficie, los anuncios parecen mostrar un Estado presente y en acción. Sin embargo, la manera en que se realizaron revela un costado menos luminoso: la política hablando para sí misma, en espacios donde la comunidad no tuvo ni voz ni lugar. Los discursos fueron cuidadosamente enmarcados, las imágenes captadas para la comunicación oficial, y los protagonistas principales —los vecinos— quedaron en segundo plano.

Resulta inevitable leer estas visitas en clave electoral. El ritmo, la coordinación y la cercanía con la fecha de votación sugieren más una estrategia de campaña que un compromiso real con el diálogo abierto. La política se muestra activa, pero en un círculo cerrado que evita el contacto directo con la ciudadanía.

En tiempos donde la credibilidad de las instituciones está en crisis y la gente reclama mayor transparencia, estos actos cerrados transmiten el mensaje contrario: distancia, control y verticalidad. Más que acercar a la comunidad, parecen reforzar la idea de una política blindada y ensimismada, que prioriza la foto y el anuncio por sobre el debate genuino.

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La visita de Kicillof, Mendoza y Katopodis pudo ser una oportunidad para abrir la discusión, escuchar demandas y sumar voces ciudadanas. En cambio, quedó la impresión de que el protagonismo fue exclusivo de los dirigentes, en un escenario cuidadosamente diseñado para la campaña. Una postal prolija, sí, pero vacía de participación real.